Murmullos verdes...
Pese a la amplia gama de verdor dentro del espectro cromático y toda la potencia que le es propia, el verde es un color discreto en términos acústicos, casi un murmullo. Hay colores verdes, olores verdes, sabores verdes e incluso texturas verdes. Pero los sonidos verdes, ¿existen hasta qué punto? ¿A qué suenan, quién los habita, quiénes pueden escucharlos o entonarlos? Parece que los sonidos verdes no verdean un paisaje sonoro, por el contrario, se desverdecen ante la invasión de los demás tonos. Decolorados y mudos, los tonos verdes pierden su matiz en la estadística de los ruidos ambientales.

Las ciudades, en lo más profundo de su urbanidad, son gritos que fragmentan las voces subalternas en murmullos. En las grandes metrópolis, la bioacústica es doblemente silenciada por los sonidos antropogénicos y mecánicos. No obstante, pese a esta forma normalizada de la violencia, los enclaves de verdor parecen funcionar como eficaces catalizadores de la percepción; basta con poner un poco de atención para que nos trasladen a un estado de escucha excepcional por el tipo de relaciones sociales y ecológicas que contienen. Cuando un área verde es, además, espacio público, atrae una pluralidad notoria de visitantes que les dan usos muy particulares según cada contexto. Es entonces cuando la acústica de la ciudad se recompone al compás de una orquesta de directores discretos: los cloroplastos.

Las áreas verdes urbanas comprenden: arborización urbana; áreas verdes complementarias; plazas y jardines; parques, arboledas y alamedas; bosques urbanos; y áreas con vegetación reminiscente en los promontorios que conservan algo del suelo original (PAOT, 2010: 70). Ahora bien, aunque la Organización Mundial de la Salud recomienda que existan de 9 a 11 m2 de áreas verdes por habitante en las áreas urbanas y la Ciudad de México cuente con 10 m2 por habitante, se observa que la correspondencia numérica es poco equitativa con la distribución espacial de estos lugares en el centro del país, cuya superficie verde asciende únicamente al 18.5%, entre árboles, pastos y arbustos. “La desigualdad en la cantidad y calidad de áreas verdes que actualmente se observa en la Ciudad de México, refleja en buena medida la estructura resultante del proceso de urbanización” (Martínez, 2015: 7).

AUDIO: Improvisación con esculturas sonoras en el Bosque de Aragón
UAM y SEDEMA. Primer Mapa de Ruido para la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM).
1. En la raíz del otro. Grabaciones de macetas y áreas verdes de la Ciudad de México (DAR CLICK)
PROYECTOS:
2. Deriva en el bosque de San Juan de Aragón (DAR CLICK)
Las superficies conformadas, en su mayoría, por especies vegetales son barreras físicas que nos protegen del ruido circundante, cuya presencia puede ir desde lo intrusivo hasta una perturbación seria.Las delegaciones Miguel Hidalgo, Álvaro Obregón, Tlalpan, Coyoacán, La Magdalena Contreras, Cuajimalpa y Xochimilco cuentan con un índice verde de 9 m2 por habitante, mientras que Tláhuac, Iztapalapa e Iztacalco son las más vulneradas y presentan índices por debajo de la recomendación de la OMS. Dicha situación afecta la absorción acústica de las áreas verdes, es decir, su capacidad de detener la propagación del sonido, además de afectar directamente el equilibrio ambiental.




Así, en cuanto a cartografías sonoras se refiere, la reiteración de los sonidos en un espacio de verdor funge espora y filtro para las ciudades. La absorción no limita el sonido de lo que da existencia a las estructuras urbanas, pero atenúa cada ruido a manera de integración. Agua y viento, árboles y pájaros, insectos y plantas, y cada habitante de los parques y los bosques puede ser tanto fuente sonora como punto de escucha.

La poesía geológica en nuestras ciudades versa, entre otros albergues, en los murmullos verdes, aquellas manifestaciones rizomáticas de las profundidades subterráneas arboreciendo por encima del asfalto,en las alturas. Allí la memoria detona entonaciones de todos los tiempos, de la infancia y la vejez, de lo que alguna vez pensamos olvidado y de las bifurcaciones del presente. Allí somos casi siempre y sin censura, jugamos, bailamos, reímos, callamos, cantamos, lloramos, recordamos, olvidamos...

Para las raíces, la determinación no existe. Las raíces son un ágora donde ruidos grandes y pequeños se almacenan hasta convertirse en un compuesto orgánico y vivo de la existencia. Cada pliegue sonoro (las raíces) por el que fluye la acústica de las vibraciones constituye el hueco de un gran útero, una representación arquetípica del vacío como principio cosmogónico donde crece una y otra vez el sonido del mundo.

Fuentes:

Martínez, D. (2015). Usos, valores y significados del Bosque de San Juan de Aragón en el proceso de urbanización de la Ciudad de México (1964-2014). Tesis de maestría, México, Instituto Mora.

PAOT (2010). Presente y Futuro de las Áreas Verdes y del Arbolado de la Ciudad de México.

UAM y SEDEMA. Primer Mapa de Ruido para la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM).
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